Por Miros Medellín
El manejo de la diplomacia en México ha tenido un impacto significativo en su imagen ante los ojos del mundo, tanto positivo como negativo, dependiendo de las circunstancias y la gestión de los gobiernos a lo largo del tiempo.
En cuestión de la relación con Estados Unidos, México se ha mantenido muy cercano a este país, especialmente en temas como el comercio, la migración y la seguridad. A lo largo de las últimas décadas, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y su renovación como el T-MEC han sido pilares clave en las relaciones bilaterales. Sin embargo, las tensiones ocasionales, como las relacionadas con políticas migratorias o el trato a los mexicanos en EE. UU., han afectado la imagen de México en ciertos momentos, aunque las respuestas diplomáticas en general han logrado mantener una postura de respeto y negociación.
Si nos centramos en la política exterior activa en América Latina, México ha sido un actor clave en la diplomacia regional latinoamericana, promoviendo la integración regional y la cooperación a través de organismos como la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) y la OEA (Organización de Estados Americanos). Su política exterior ha enfatizado principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos, lo cual ha sido bien visto en muchos países de la región.
Además, México ha buscado posicionarse como un defensor de los derechos humanos y el multilateralismo. Su postura frente a la crisis en Venezuela, la migración desde Centroamérica, y su compromiso con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible han proyectado una imagen de un país comprometido con la justicia social y la cooperación global. No obstante, su neutralidad o la falta de intervención directa en algunos conflictos también ha sido vista como falta de liderazgo en momentos críticos.
Si bien es cierto, nuestro país se ha enfrentado a desafíos internos y su reflejo externo, por ejemplo, la inseguridad, especialmente el crimen organizado, ha afectado la percepción internacional sobre la estabilidad del país. Aunque las autoridades mexicanas han trabajado diplomáticamente para combatir el narcotráfico y el crimen transnacional, la violencia interna a veces es una imagen que se proyecta a nivel global, especialmente en medios de comunicación.
En resumen, la diplomacia de México ha jugado un rol crucial en la construcción de su imagen internacional. Sus esfuerzos por mantener una política exterior equilibrada, tanto en América Latina como con otras potencias mundiales, le han permitido mantenerse como un actor relevante en los foros internacionales. Sin embargo, los retos internos y las tensiones diplomáticas siempre han tenido un impacto en cómo se percibe al país en el ámbito global.