Por Gisela Cavazos
Recientemente han entrado en vigor nuevos aranceles al acero y al aluminio por parte de Estados Unidos. Aún está en suspenso la decisión sobre los aranceles recíprocos; sin dejar atrás los aranceles contra las exportaciones automotrices. Sin embargo, surge una pregunta clave: ¿Cómo debería responder México a estas medidas comerciales?
Considerando la postura del presidente Trump, en lugar de imponer aranceles a productos estadounidenses, una estrategia más efectiva podría ser aprovechar la realidad geopolítica y comercial. Claro está que Estados Unidos no percibe a México como su principal amenaza comercial, sino a China, pero si nos ve como un país que facilita la comercialización y la entrada de productos chinos en el mercado. De este modo, una negociación inteligente sería aplicar aranceles a los productos chinos que inundan el mercado mexicano, con el objetivo de lograr que Estados Unidos mantenga condiciones favorables para las exportaciones mexicanas.
En específico, el crecimiento de la industria automotriz china en México ha desplazado a empresas nacionales y ha reducido la participación de componentes mexicanos en la producción. Mientras marcas como Bosch, Metalsa, Magna International, Nemak y Johnson Controls generan empleos y riqueza en el país, los automóviles chinos apenas incluyen componentes nacionales y no aportan significativamente al empleo o al desarrollo de la industria nacional. Esto sucedió años atrás también con la entrada masiva de calzado y textiles chinos, afectando a industrias clave. Estas industrias, que en su tiempo fueron pilares del desarrollo económico regional, han sido golpeadas por la competencia desleal de productos subsidiados chinos. Aplicar aranceles a estos sectores podría ser una medida clave para que no suceda en otros sectores lo que ya le sucedió al sector textil y del calzado; además podría revitalizar la producción nacional y preservar miles de empleos.
México debe buscar la forma de eludir la guerra comercial e implementar estrategias que nos ayuden a librar la crisis económica que los aranceles implicarían. Una política comercial efectiva debería enfocarse en fortalecer la relación con socios estratégicos de alto poder adquisitivo, en lugar de depender de mercados de mano de obra barata como China. En conclusión, la réplica de México a los aranceles impuestos por Estados Unidos no convendría basarse en represalias directas, sino en una estrategia de fortalecimiento interno, defensa de la industria nacional y diversificación de mercados. La clave está en reconocer las oportunidades que nacen del escenario actual y utilizarlas en favor del crecimiento económico y la estabilidad del país.