Por Priscila Vera
El fútbol tiene un poder especial: mueve multitudes, trasciende fronteras y convierte a cualquier ciudad en escenario mundial. En 2026, Nuevo León será sede de la Copa Mundial de la FIFA, un evento que pondrá a México en la mirada del planeta. La pregunta es inevitable: ¿estamos listos para garantizar la seguridad y la experiencia de millones de visitantes?
Durante la última década, Nuevo León ha trabajado en la consolidación de su estrategia de seguridad con siete divisiones operativas y una Fuerza Civil que suele aparecer con evaluaciones positivas en encuestas nacionales. Sin embargo, recibir un evento de esta magnitud no es lo mismo que mantener la seguridad cotidiana: hablamos de estadio lleno, turistas de múltiples nacionalidades, fanáticos apasionados, festivales paralelos y la presión mediática global.
Más que futbol: turismo, cultura y retos sociales
Hasta ahora, Monterrey se ha consolidado como un destino de turismo de negocios. Pero el Mundial no traerá únicamente a empresarios, sino a hinchas que buscan fiesta, convivencia y adrenalina. El antecedente inmediato son los festivales de música masivos que se realizan en la ciudad, los cuales ya han servido como laboratorio de seguridad y logística para las autoridades.
En otros países anfitriones, los desafíos han ido desde el control en la venta y consumo de alcohol (caso Qatar 2022) hasta la saturación de hoteles y transporte público (como ocurrió en Brasil 2014). Para Nuevo León, esto significa pensar no solo en la seguridad en el estadio, sino en la dispersión de visitantes hacia otros atractivos turísticos —Parque Fundidora, Pueblos Mágicos cercanos, la Sierra Madre— con el fin de evitar aglomeraciones críticas en un solo punto.
Seguridad en la cancha y fuera de ella: la preparación de la Fuerza Civil
Uno de los puntos fuertes de la Policía Estatal de Nuevo León es la formación de sus cadetes. Hoy no solo toman su formación inicial, sino también se preparan en idiomas (inglés), derechos humanos, comunicación efectiva e inteligencia emocional. Porque la seguridad en un Mundial no se mide únicamente en operativos, sino en la capacidad de diálogo con visitantes extranjeros, en la prevención de conflictos y en la respuesta oportuna ante emergencias.
Lo que está en juego
El Mundial no solo es un evento deportivo, es una prueba de fuego para la seguridad pública y una oportunidad económica histórica. Según cifras de la FIFA, cada sede puede recibir hasta medio millón de visitantes adicionales durante el torneo, lo que representa tanto un motor económico como un desafío logístico.
Nuevo León tiene una ventaja: la experiencia en eventos masivos y un sistema de seguridad en evolución. Pero el verdadero reto estará en la coordinación interinstitucional, el manejo de la diversidad cultural y la capacidad de reaccionar en tiempo real a situaciones que, aunque improbables, pueden volverse virales en segundos en la era de las redes sociales.
¿Estamos listos para el silbatazo final?
Así que, ¿estamos listos? La respuesta es sí, pero con matices. Nuevo León se prepara con estrategia, capacitación y visión, pero el Mundial pondrá a prueba algo más que la seguridad: nuestra capacidad de mostrarnos al mundo como una ciudad hospitalaria, moderna y resiliente.
Porque el futbol no solo se juega en la cancha; también se juega en las calles, en la convivencia y en la seguridad que hagamos sentir a quienes nos visiten.

