Por: Gerardo Tamez
La Cuarta Transformación (4T) ha planteado a la educación como uno de sus ejes fundamentales, insistiendo en su papel como motor de justicia social y desarrollo nacional. Bajo este proyecto, las escuelas públicas se convirtieron en un espacio simbólico de reivindicación histórica para sectores tradicionalmente marginados, impulsando programas emblemáticos como “La Escuela es Nuestra” y promoviendo la revalorización del magisterio.
Sin embargo, la gobernanza educativa enfrenta múltiples desafíos para garantizar la continuidad y efectividad de estos proyectos. Gobernar el sistema educativo no es únicamente administrar recursos y nombramientos, sino articular los distintos niveles de gobierno, coordinar a sindicatos, escuchar a docentes y comunidades escolares, y atender las enormes disparidades regionales que caracterizan al país.
Uno de los principales retos está en la infraestructura educativa: miles de planteles continúan sin condiciones mínimas de calidad, especialmente en comunidades rurales e indígenas. A esto se suman las brechas digitales, visibilizadas durante la pandemia, que persisten como barrera para que millones de estudiantes puedan acceder a herramientas clave para su aprendizaje y desarrollo.
La educación y el gobierno deben también replantear los modelos pedagógicos, en un contexto en el que la revolución tecnológica y las nuevas exigencias laborales exigen habilidades más complejas y flexibles. Esto implica revisar contenidos curriculares, estrategias didácticas y, sobre todo, fortalecer la formación docente para que pueda acompañar a los estudiantes en un mundo en constante cambio.
Otro desafío es la necesidad de una gobernanza más participativa y transparente. La inclusión de estudiantes, familias y comunidades en las decisiones escolares podría fortalecer el vínculo entre escuela y sociedad, promoviendo un sentido de pertenencia y corresponsabilidad que ayude a mejorar no sólo el desempeño académico, sino también la cohesión social y la equidad educativa.
En este contexto, la educación pública será uno de los terrenos donde realmente se medirá la continuidad de la Cuarta Transformación: no sólo como un discurso, sino como una práctica capaz de garantizar oportunidades reales para millones de niños, niñas y jóvenes en México. La gobernanza educativa del presente definirá las posibilidades del país en el futuro cercano.