Por José González-Valdez
La crisis climática avanza con rapidez, y mientras muchos países han apostado por la biotecnología como una herramienta clave para mitigar sus efectos, en México seguimos sin aprovechar su enorme potencial en este campo. ¿Será que estamos dejando pasar una enorme oportunidad?
Desde la bioingeniería de cultivos resistentes a sequías hasta el desarrollo de microorganismos para la captura de carbono, la biotecnología ofrece soluciones concretas a problemas urgentes. Sin embargo, en nuestro país, la inversión en este tipo de innovaciones sigue siendo limitada, y la regulación en muchos casos es más un obstáculo que un incentivo. ¿Por qué no estamos apostando más fuerte por esta ruta?
México tiene el talento, la infraestructura y la biodiversidad para convertirse en un referente en biotecnología ambiental. Existen investigaciones prometedoras en universidades y centros de innovación, pero pocas llegan a escalas industriales o se traducen en políticas públicas efectivas. ¿Es una falta de visión, de financiamiento o de coordinación entre actores clave?
El tiempo juega en contra. Mientras otros países avanzan en bioplásticos, bioenergía y soluciones basadas en microorganismos, México enfrenta sequías históricas, incendios forestales y pérdida de cultivos. ¿No deberíamos estar acelerando el desarrollo y la adopción de estas tecnologías en lugar de seguir dependiendo de estrategias convencionales que han demostrado ser insuficientes?
Es momento de cuestionar nuestras prioridades. ¿Qué hace falta para que la biotecnología se convierta en un pilar real de nuestra estrategia climática? La ciencia está lista, las soluciones existen y la necesidad es urgente. Lo que falta, quizás, es la voluntad de apostar por el futuro antes de que el presente nos alcance.