Por Lorena de la Vequia
El camino de las mujeres en el ámbito laboral en México ha sido un proceso marcado por avances y desafíos. Históricamente, la participación femenina en el mercado de trabajo estuvo limitada por factores socioculturales que relegaban a las mujeres al ámbito doméstico. Sin embargo, con el paso del tiempo y gracias a movimientos feministas, reformas legales y cambios en la economía, las mujeres han logrado una mayor inserción en el mundo laboral. A pesar de estos avances, persisten barreras estructurales que dificultan su acceso a empleos bien remunerados y de alto nivel de responsabilidad.
Uno de los principales obstáculos que enfrentan las mujeres en el ámbito laboral es la brecha salarial de género. En México, las mujeres ganan en promedio menos que los hombres por realizar el mismo trabajo, lo que refleja una desigualdad persistente. Diversos estudios han señalado que esta brecha no solo se debe a diferencias en la educación o experiencia laboral, sino también a la discriminación de género y la segregación ocupacional, donde las mujeres suelen concentrarse en sectores menos valorados económicamente.
Además de la brecha salarial, la maternidad representa un factor determinante en la trayectoria laboral de las mujeres. Muchas trabajadoras enfrentan dificultades para equilibrar su vida profesional y personal debido a la falta de políticas efectivas de conciliación laboral. La escasez de guarderías, las jornadas laborales extensas y la penalización implícita a las mujeres que toman licencias de maternidad afectan sus oportunidades de ascenso y estabilidad en el empleo. Esto ha llevado a que muchas mujeres opten por empleos informales o de medio tiempo, lo que limita su crecimiento profesional y su acceso a derechos laborales.
Otro desafío importante es la baja representación de mujeres en posiciones de liderazgo y toma de decisiones. A pesar de que cada vez más mujeres se gradúan de la universidad y cuentan con altos niveles de formación, su presencia en cargos directivos sigue siendo reducida. Este fenómeno, conocido como “techo de cristal”, se debe a estereotipos de género, redes de contacto dominadas por hombres y sesgos inconscientes que dificultan su promoción dentro de las organizaciones.
Aun con estos obstáculos, el panorama laboral para las mujeres en México ha mostrado avances significativos en las últimas décadas. La creación de leyes que promueven la igualdad de género, como la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres y la Norma Mexicana en Igualdad Laboral y No Discriminación, han impulsado cambios positivos en el mercado de trabajo. Asimismo, cada vez más empresas implementan políticas de equidad, como la paridad salarial, los programas de mentoría y el fomento de espacios laborales libres de acoso.
Para consolidar una mayor igualdad en el ámbito laboral, es fundamental continuar promoviendo políticas públicas y cambios culturales que permitan a las mujeres acceder a mejores oportunidades. La educación en equidad de género, la ampliación de licencias de paternidad y la flexibilidad laboral son estrategias clave para construir un mercado de trabajo más justo e inclusivo. Solo a través de un esfuerzo conjunto entre el gobierno, el sector privado y la sociedad civil se podrá garantizar que las mujeres en México logren desarrollarse plenamente en su vida profesional.